9.3.10

Las muchachas.




Conozco a Jenny desde que nacimos (bueno, concretamente, desde que nació ella). En la primera foto que salgo con Cristy tenemos unos 7 años, pero hay testigos que cuentan que ponían los carritos el uno al lado del otro en las verbenas. Y hasta hoy.

Hemos pasado juntas los suspensos en mates, el momento de irse de casa, la pérdida de seres queridos, la enfermedad de la madre de J., mi accidente en el que me desfiguré la cara, el accidente de moto de J. donde se torció la nariz, los bajones enormes de C.

Los primeros besos, los primeros amoresparatodalavida, el primer rollo, el primer novio más o menos formal, el novio formalísimo con el que J. vive y con el que C. se ha comprado un piso (¡no son el mismo, son dos!), las rupturas en las que se te cae el mundo encima. Me aguantaron incluso el año y pico que estuve metida en una relación que consistía en discutir y llorar.

Somos kintas, nos hemos puesto las tres la corona y la banda de Dama de las Fiestas de C., nos hemos reído de ello e incluso nos la cargamos. Con ellas puestas me acompañó al centro médico a cambiarme el vendaje de la pierna, a las 10 de la mañana, sin haber dormido e incluso un poco borrachas (creo, porque tengo unas lagunas de esos días tremebuendas)... Nos hemos gastado hasta el último duro y nos comimos los chorizos y los huevos que teníamos que vender. Hemos puesto copas hasta hartarnos borrachitas perdidas.

Nos hemos tapado mentiras y nos hemos inventado mil tretas para que nos dejaran volver más tarde a casa (que no funcionaban). Hicimos el primer botellón con una botella para 12 y nos cogimos el primer pedo, de ponche con batido de chocolate.

Hemos jugado a la huija juntas y estábamos las tres cuando nos pasó lo que nos pasó con ella y por lo que no hemos vuelto a jugar. Hemos hecho mentalismos, hemos jugado al Super Pang miles de tardes de veranos, nos hemos dejado media paga en el estanco, para comer chuches en las gradas del Poli hasta que nos dolía la tripa. J. me daba Bubaloos porque decía que tenía baja el azúcar, y los sugus azules, que son de piña y le dan alergia. Luego ella se comía todo lo demás, lo suyo y lo mío.

Nos hemos intercambiado toda la ropa del mundo, hasta que el cuerpo de cada una decidió ir por su lado (bueno, con C. me la sigo cambiando de vez en cuando).

Nos hemos bebido el agua de los floreros, siempre hay que pedir "una caña con limón, una caña con casera y una caña-caña", porque son así de especialitas. Con el ron hay consenso pero hay que discutir por la mezcla. J. ha grabado vídeos de C. y yo bailando la jota en la calle en tirantes en Nochevieja, y es de lo menos vergonzante que podía haber grabado. Nos hemos caído por los suelos y hemos quedado para llorar las resacas.

Nos encanta cogernos el coche por la noche y cantar a voz en grito lo que nos apetezca, sin rumbo y sin límite, parando de vez en cuando para "amos un piti". Fumamos todo lo que nos da tiempo, pero cada una siempre de su tabaco. La etapa porrera la pasamos hace años, C. fumaba a veces, pero no pillaba porque "pillar es de yonkis". Dejamos de darla. No le importó demasiado.

Nos hemos ido a la playa para estar menos de 24 horas, sólo porque queríamos pisar arena. Por supuesto nos dio tiempo para miles de cosas, C. se quemó como un centollos de la raya del pelo a la planta de los pies, J. la pierna de la que le había retirado la escayola el día anterior y yo la parte de atrás de las orejas. J. se quedó pillada entre las puertas del tren en movimiento, con la muleta y gritando como loca, a C. casi le echan del supermercado y por suerte la única con cabecita (yo) evitó que paráramos en Sevilla a la ida (para ver la Giralda de noche, porque la Giralda de noche es una maravilla) y a la vuelta en Mérida (con 45º que marcaban las marquesinas no salimos de Mérida vivas ni con mucha suerte)

Estoy hasta el moño de que me cuenten siempre los mismos chistes.

J. me llamó el día de su cumpleaños, del primer año que se quedó de becaria en Madrid, para decirme, llorando como una magdalena: "tía, que me acabo de dar cuenta de que es el primer cumple en 22 años que paso sin ti". Fue un dramón terrorífico. Se me acercó todo el bar para ver que había pasado, porque me ahogaba del llanto.

Y muchas cosas más...

Pero todo se resume en llamar a un portero automático a las 7 de la tarde en Madrid y que la conversación sea:
- ¿Quién es?
- Nuhotrá.
- Subí.

1 comentario:

Itxu dolls dijo...

Me hubiese encantado que pusiesen mi carrito al lado de otro y crecer con esa otra persona y conocernos tan bien como os conoceis entre vosotras.
Tienes mucha suerte.